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Una táctica pasada de moda


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Uno de los fenómenos que estamos viviendo en este contexto de pandemia global, es la parálisis de la comunidad internacional. Ni el Consejo Europeo, ni la Comisión Europea, reaccionaron debidamente ante la clarísima advertencia de la bien publicitada crisis de Wuhan. Correspondía, y corresponde, a estos organismos europeos la promulgación de políticas comunes y la coordinación de su implementación, así como la dotación de recursos a los países miembros. Desgraciadamente, esto no ha ocurrido y cada nación miembro ha ido por libre en un caso clásico del sálvese quien pueda.


Por otra parte, si durante las últimas crisis globales como la financiera (2008), el Ébola (2014), el calentamiento global o el Sida, los americanos asumieron el liderazgo y trabajaron codo con codo con el G7 y la UE para superar las amenazas, en esta crisis del coronavirus, EEUU ha dejado claro que va por libre y a lo suyo. Claras muestras de ello han sido: el intento de comprar los derechos de la vacuna del Covid-19 a la farmacéutica alemana Cure-Vac por $1.000 millones; el hecho de que EEUU cerrara sus fronteras a Europa, cancelando todos los vuelos sin aviso ni coordinación previa con los países de la Unión Europea; o que Emmanuel Macron y no Trump, fuera quien organizara la reunión urgente del G7 por videoconferencia. Las imágenes que necesitaba Europa y el mundo eran la de la video conferencia entre Ursula Van der Leyden, Presidente de la Comisión Europea, con Macron, Merkel y los presidentes de Italia y España (los países más castigados), así como la reunión de Van der Leyden con Trump y Xi JinPing.


Desgraciadamente los países miembros de la UE se olvidaron de lo que les llevo a alcanzar el Nobel de la Paz en 2012: su enfoque colaborativo. Ese enfoque, que ha sido la principal fortaleza de la UE, es lo que ha permitido que los socios europeos a lo largo de los años, maximizaran el valor de sus relaciones e interacciones comerciales. Para ello, como en cualquier relación de partnership, los países han trabajado codo con codo con sus socios (instituciones y países), alineando sinergias, compartiendo información y best practices, identificando e intercambiando asuntos de alto valor y bajo coste, generando planes conjuntos y acordando cómo repartir los asuntos más competitivos (alto valor/alto coste). Como en cualquier negociación win win, en lugar de limitarse a distribuir el valor de forma competitiva, el enfoque ha sido el de incrementar el valor trabajando conjuntamente para luego distribuirlo.


Durante las últimas semanas, la falta de confianza entre los socios europeos ha sido notoria. El cierre de sus fronteras y la prohibición de entrada de extranjeros a sus países, la carrera por acaparar stocks de mascarillas o materiales médicos como respiradores y fármacos, la prohibición por parte de países como Alemania (duramente criticada) o Chequia de exportar material médico a países socios, son algunos ejemplos que muestran que lo que está primando durante esta crisis, por lo menos durante la primera fase, son comportamientos individualistas.


Desgraciadamente, estos comportamientos individualistas fueron muy evidentes durante las primeras semanas de la crisis. Durante el mes de febrero y especialmente a principios de marzo 2020, cuando Italia solicitó activar el mecanismo de protección civil de la Unión Europea para el suministro de equipos médicos, ningún país de la UE respondió a la llamada de la Comisión. Solo China contestó bilateralmente. Tal y como comentó el alto representante de Italia en la UE, “Esta no es una buena señal de solidaridad… La crisis del coronavirus es un examen de la cohesión y credibilidad de la UE”. Los italianos (al igual que los españoles semanas después), se han sentido totalmente abandonados por sus socios. Entre ellos por España, quien, al mismo tiempo que Italia confinaba a millones de personas en sus casas y tenía hospitales desbordados, mostraba imágenes de manifestaciones en la calle, mítines políticos o campos de futbol llenos; siendo todo ello una clara muestra de la falta de empatía, entendimiento, coordinación y solidaridad.


Mientras China afianza su imagen y su hegemonía, occidente olvida la necesidad urgente de trabajar colaborativamente para minimizar sus pérdidas y maximizar esfuerzos. Los países europeos necesitan volver a adoptar comportamientos y actitudes indispensables como son: la coordinación, la empatía, la solidaridad y la confianza. Esperemos encontrarlos antes de que sea demasiado tarde. La forma en la que los países socios actúen durante las próximas semanas y las decisiones que tomen, serán precedentes decisivos para el futuro de la UE.











 
 
 

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